Hegemonia, palabra clave en la América Latina del Siglo XXI- Por Andrés Massaroni



En esta columna trataremos de explicar en parte, el porqué del arraigo social e ineludible victoria de los movimientos políticos identificados popularmente como “de izquierda” en América latina después de la caída del Muro de Berlín.
Integrantes del Foro de Sao Pablo, cuando se cera este solo el Partido Comunista de Cuba estaba en el poder, hoy la realidad es otra. Si analizamos el mapa político posterior a los distintos regímenes de facto de los países que hoy gobierna un nuevo progresismo latinoamericano, podemos ver un mismo proceso en el cual de gobiernos “de derecha” con el pasar de los años se fue debilitando el modelo cultural y político establecido; surgiendo a posteriori formas de gobernar mucho mas estatistas e intervencionistas, donde el modelo económico se ha mantenido pero a su vez la fortaleza estatal ha aumentado y las libertades individuales han sido sutilmente aminoradas. Un ejemplo claro es la Venezuela chavista. Adolfo Rivero Caro, el periodista, y ex prisionero político cubano , señala que ese país está viviendo una proceso en el que lentamente se establece un estado totalitario, tal cual sucedió en la cuba de mediados del siglo pasado. Y añade “Chávez quiere copiar el modelo cubano de total reorganización administrativa, pretende eliminar los gobiernos (electos) municipales y regionales y sustituirlos por nuevas entidades 'bolivarianas' que estarían controladas por una comisión central presidida por Chávez. Con el mismo objetivo está pensando suprimir los actuales límites territoriales entre los estados y crear nuevos estados con nuevos nombres, lo mismo que hizo Castro”
Esta situación que paulatinamente se ha venido gestando no denota una crítica social fuerte, que logre en regímenes democráticos cambiar este proceso, las bases sociales siguen siendo afines, a este proceso, por más que los cambios los perjudiquen directamente.
¿Será que la gente no ve lo que sucede con sus libertades?, ¿que no les importa?
El “sentido común” proviene de los ámbitos sociales y culturales donde se forma la moral de las personas. En ella ocupa un lugar de gran importancia el lenguaje y analizándolo podemos descubrir quienes dominan justamente, el sentido común. Los términos que usamos para definir las cosas y el significado que le damos, la carga “positiva” o “negativa” que le otorgamos a un término marcara la cultura predominante en una sociedad. Es en base a esto que un grupo de intelectuales referentes y legitimados, imponen en el resto un sistema de significados y símbolos propios definiendo como es y cómo se debe estar en el mundo. Un ejemplo claro de esto es la carga negativa atribuida a la “derecha” y la carga positiva que tiene el término “izquierda” en estas sociedades. Parecería que ser de derecha es ser “facho” o “pitúco”. Esto se transmite en los ámbitos específicos donde se difunde y enseña, se intenta crear un modo de pensar en el pueblo mediante el sistema educativo , sistema religioso , formas de expresión social y medios de comunicación, a quienes se los conoce como canales de la sociedad civil. Con estas instituciones educan a los demás, para que conciban ese sometimiento como natural, esos términos como propios.
La revolución cultural se da cuando estas ideas toman al poder político por parte de sus intelectuales. Su receta es conquistar el mundo de las ideas para que sean las ideas del mundo. Este proceso comenzó en forma sigilosa en oposición al poder político establecido en su momento. La oposición silenciosa fue cultural, tomando la educación y organizaciones sociales populares. Mimetizarse con el pueblo, tomando su lenguaje y costumbres, apoyando consignas sensibles como la defensa de la tierra en america latina. El periodo anterior se distinguió por el extractivismo, es decir el centrar las economías nacionales alrededor de la exportación de materias primas, y los grupos reivindicativos de la ecología se alinearon con esta nueva oposición que en el discurso le era afín, aunque como dice Ignacio Sabbatella catedrático de la Universidad de Buenos Aires, “ Hoy día, por ejemplo, los mega emprendimientos de minería a cielo abierto se multiplican por decenas pese a las consecuencias negativas para el medio ambiente y la salud de las poblaciones aledañas. La soja transgénica sigue ampliando su frontera, a costa de poner en riesgo la soberanía alimentaria nacional y a costa de la contaminación con agroquímicos.” Lo cual nos da la imagen que las actividades extractivas y la exportación de materia prima continúan como antes, pero hoy son justificadas con un discurso progresista.
La estrategia para no dejar en evidencia estas contradicciones es degradar a los opositores y situarlos como enemigos, como sucede con el “Grupo Clarín” en Argentina, y su limitación de acción gracias a la nueva ley de medios, que busca reforzar el vinculo estado-medios de comunicación, limitando por supuesto la libertad e independencia de prensa de los medios privados.
Entonces, se irá reforzando el aumento poderío estatal con el fuerte trabajo social y cultural en las bases de opinión populares, la universidad gesta las mentes y los comunicadores del mañana , y los sindicatos como la central obrera boliviana, o el PIT CNT en Uruguay, siempre serán escuchados por el cumulo de trabajadores, estos actores sociales son puntos fuertes en la revolución cultural, y son vitales para disminuir los focos opositores, por lo que la hegemonía se plasma y fomenta en todo tipo de artes y expresiones sociales, que trabajan indirectamente para perpetuar el dominio sobre el poder social de estos intelectuales, ubicados detrás del telón de los movimientos políticos mencionados al comienzo.

Andrés Massaroni

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