XATA:
Ahí donde no llegaban los brazos de mi madre
estaban los tuyos. De dos cuartos hiciste tres. Fuiste madre, abuela y
compañera; La luz que más brillaba en un candelabro de cinco velas.
La chica de piel color harina que iba a las playas de Valencia. La que se vino en barco, antes de que llegara el señor que ya tenía su auto en esos días, pero te había elegido a ti. Los viajes luego traerían dos soles. Los studs que abonaron tu primer jardín, el teléfono en el cuarto de las niñas que no iban al colegio por la varicela. Luego Libertad, Trabajo y una vida mejor. El primer golpe fue duro, pero fuiste fuerte y lo ayudaste a seguir, herido, pero con dignidad y muchos momentos de felicidad. Luego fuiste madre, padre, abuela y abuelo.
La suerte nunca más estaría cerca, es que la
vida no fue justa. Pero tú siempre fuiste fuente de amor infinita a la que
fuimos todos a beber. Como hubiese querido haber podido comprar algo de luz
para ti y no pude.
Hoy me entero de que te fuiste a descansar con Luis y Marisa. El cielo recupera un ángel que había bajado. Aquí queda un inmenso mar de lágrimas, naturaleza muerta, paredes sin ruido y techos que cubren la nada. Donde hubo cinco hoy hay tres.
¿Dónde pongo tanto dolor?, las palabras que no
te dije, lo que me llevé de ti para hacerlo mío y creció en mi jardín. Semillas
de amor que regué para que las vieras crecer y no te mostré. Tant de bo haguera
més de tu en mon.
“Se ríe de las cicatrices quién nunca ha
sentido una herida”,
después de tanto sufrir, Carmela, llegó el tiempo de volver a reír con tu sol y
con tu compañero.
Felipe
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