La
CEPAL, Comisión Económica
Para América Latina y el Caribe, presentó un informe sobre la región
en el XXVII Seminario Regional de Política Fiscal que tuvo lugar en
Santiago de Chile el 10 y 11 de marzo pasados.
El
análisis del mismo no tiene nada nuevo, viene reforzando la tesis de
los economistas sobre los precios de las commodites, el gasto
excesivo y el fin de una década dorada.
Los
proyectos financiados con recursos públicos o público-privados
pueden incrementar la actividad económica especialmente en períodos
de capacidad ociosa de la economía y cuando las necesidades de
inversión en infraestructura están claramente identificadas, como
es el caso de la región, destaca la Cepal, en su informe anual
Panorama Fiscal de América Latina y el Caribe 2015. Dilemas y
espacios.
Este
organismo de las Naciones Unidas advierte que la caída en los
precios de los productos básicos, como ser, carne, soja y leche,
implica una reducción importante en los ingresos en los países
latinoamericanos. Esto sumado al aumento del gasto estatal de estos
últimos diez años trae automáticamente problemas para cubrir las
finanzas públicas. Recordemos que Uruguay, por ejemplo, tiene un
déficit fiscal de 3,5% de su PBI.
La
región ha utilizado la política fiscal para reactivar la inversión
y enfrentar el actual contexto de desaceleración económica, aunque
con diferencias entre los países, indica el documento. El caso más
exitoso es el chileno, que históricamente utiliza políticas
anticíclicas y en momentos que el cobre está bajo el estado impulsa
la construcción utilizando recursos propios.
También
se analizó el endeudamiento de la región. Países que pagan
intereses altos por emitir deuda ya que sus economías no son
consideradas seguras para los grandes inversores financieros. Si lo analizamos históricamente, hubo un largo período de aumento de la
proporción de la deuda pública con respecto al PBI entre 1970 y
2014, a excepción de los períodos de 1990-1997 y 2004-2008. El
primero de estos períodos encontraba a una América Latina con
precios altos de sus productos y bonanza económica. En el segundo se
salía de una crisis muy fuerte, también con precios altos de los
commodities.
Entre
2003 y 2008 se redujo considerablemente el nivel de la deuda pública
y además se modificó su composición, hubo una extensión de los
plazos, mayor participación de la deuda a tasa fija y un aumento del
peso de las deudas en moneda local. Esto es muy bueno para los países
de la región, el caso más “exitoso” sería el argentino si no
tenemos en cuenta la serie de defaults sufridos.
Los
niveles de endeudamiento son muy disímiles entre países de la
región. Brasil tiene la deuda pública más elevada de América
Latina (63,5% de su PBI en 2014). Uruguay, Colombia, Argentina, El
Salvador, Costa Rica, Honduras, República Dominicana, Panamá y
México, tienen niveles de endeudamiento moderados (entre 36% y 44%
de su PBI). En el otro extremo, con niveles inferiores a 22% del PIB,
se encuentran Chile, Perú y Paraguay. Este
último ha colocado bonos al 6.1 % de interés.
Según
el Panorama Fiscal de América Latina y el Caribe 2015, la carga
tributaria aumentó cinco puntos del PBI entre 2000-2013 en la
región, con una estructura de impuestos regresiva. Esto explica
que la incidencia de la política fiscal sobre la distribución del
ingreso sea poco significativa. Aumentó el gasto en políticas
sociales pero se ve un deterioro importante en educación, salud y un
estancamiento en la reducción de la pobresa.
La
CEPAL aconseja “tomar acciones dirigidas a combatir la
evasión y elusión fiscal, reducir los tratamientos preferenciales y
fortalecer la tributación sobre las rentas de capital”.
Si
bien comparto el análisis, con respecto a sus consejos sería bueno recordar que la CEPAL fué la creadora en los años 50 de la
política de “sustitución de importaciones” que llevó a
la región a un atraso economico e industrial histórico. Llevando a
América Latina a sufrir su mayor época de endeudamiento e
inflación.
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