Regimen de gobierno y democracia: Uruguay - por Andrés Massaroni



¿Cuál es el costo de la estabilidad democrática, si la misma se sustenta en una presidencia sólida, con mayoría parlamentaria?

En el marco de un contexto donde nos gobierna una coalición de partidos, quisiera exponer algunos hechos que ocurrieron en los gobiernos donde la colectividad triunfante en las elecciones gozó de mayoría parlamentaria.

Desde la perspectiva de Scott Mainwaring las democracias no suelen ser estables en regímenes multipartidistas y la tendencia al bipartidismo garantiza la estabilidad democrática. Trae para ello, algunos ejemplos, como los de Venezuela y Costa Rica a mediados del siglo XX para dar sustento a esta afirmación, pero considero necesario realizar una actualización a este tema y una aplicación a otro caso empírico, el de Uruguay en el Siglo XXI.

El sistema electoral uruguayo hasta el año 1997 se encontraba encorsetado en un sistema bipartidista fraccionalizado, que a partir de la reforma, abre el juego hacia una segunda vuelta para la elección presidencial, en caso de que un partido no alcance a agrupar al 50% del electorado. 

Genera también una instancia posterior (segunda vuelta o ballotage) ubicable dentro del tipo de presidencialismo bipartidista, donde se alienta a generar coaliciones y alianzas que se disputan la presidencia, en nuestro caso pasó con el Encuentro Progresista-Frente Amplio-Nueva Mayoría y con la Coalición Multicolor más recientemente. 

Mainwering señala que al coincidir elecciones presidenciales y parlamentarias en un mismo evento, genera que los ciudadanos se inclinen a votar partidos con chances de ganar la elección presidencial, lo que provoca efectos disuasorios para votar a partidos que no tienen posibilidades de ganar, por lo que la reforma del 97

agrego un estímulo extra a la competencia electoral para los partidos minoritarios.

 




En la comparativa de los distintos gobiernos del Frente Amplio, una de las diferencias que existe entre los liderazgos de Tabaré Vazquez (2004 y 2014) y José Mujica (2009)  es que el primero tiene un arraigo mayor que el segundo, ¿Por qué afirmo esto? Porque Tabaré Vázquez logró consolidarse como un candidato de todo el Frente Amplio, mientras que Mujica llega al 2009 siendo el líder de la mayoría dentro de la colectividad política. 

Eso generó que la representación de Vázquez a la interna de su partido coincidiera con la mayoría que ostentaba en el parlamento, mientras que, la facción de Mujica tiene mayoría en el Frente Amplio, pero no en el Parlamento. Para alcanzar la mayoría parlamentaria debía transitar un proceso de discusión y acuerdo previo a la interna. 

Los liderazgos fuertes unen y brindan mayor poder al líder del partido, limitando la volatilidad ideológica a la interna de su fuerza política. A su vez, la conocida disciplina partidaria, herramienta utilizada por todas las colectividades, permite que una mayoría simple a la interna de un partido, genera posturas mayoritarias en el parlamento debido a que usualmente los acuerdos de bancada son obligatorios para todos los representantes, por ejemplo en el Frente Amplio. 

Ambas situaciones dejan poco espacio para el debate a los legisladores, quienes tienden a apoyar la línea

política del Presidente. Existen algunos casos de “rebeldía política” en el Frente Amplio, que supieron generar controversias en las bases y fuertes críticas de sus pares en el parlamento, así como también eventuales sanciones políticas a nivel de colectividad. Tales son los casos de Semproni con la anulación de la ley de caducidad en 2011, de Darío Pérez en las modificaciones exigidas para aprobar la reforma de la caja militar y ley de financiamiento de los partidos políticos, o Gonzalo Mujica en favor de la comisión investigadora sobre los negocios del gobierno con su par venezolano. Este último dejó sin mayoría parlamentaria por casi dos años al Frente Amplio, al abandonar el partido, luego de ser cuestionado duramente por su posición disidente.

Algunos legisladores, frente a lo complejo de actuar en contra de las mayorías partidarias, y analizar los efectos que puede tener su posición autónoma, deciden ausentarse de la Cámara al momento de votar para que entre un suplente en su lugar y voten leyes con las que no se tiene afinidad. Un claro ejemplo es el del histórico dirigente de comunista Eduardo Lorier, quien se retira de sala antes de votar a favor de que Uruguay apoyara maniobras militares de EEUU en Haití en 2005. En su declaración previa manifiesta su repudio al intervencionismo e invita a re-analizar el rol de las fuerzas armadas en nuestra sociedad. También sucede cuando se votó por la despenalización del aborto y “el senador del FA Carlos

Baráibar argumentó en contra de la iniciativa presentada por su propio grupo político, si bien optó por retirarse de sala en el momento de la votación para dar lugar a su suplente, que si votó la iniciativa” aprobada en el 2011.

El corset político a la ideología de cada legislador afecta nuestra democracia. 

Entendiendo que el Frente Amplio surge como una coalición de izquierdas que reúne orientaciones tan dispares como el PVP (Partido por la Victoria del Pueblo) o el PCU (Partido Comunista del Uruguay) con el astorismo, y es un partido donde confluyen  cristianos, ateos, umbandistas entre otros, lo cual le brinda una pluralidad que lo define y fortalece. 

Sin embargo, más allá de la integración, podemos ver en los casos señalados que. los discursos ideológicos de sus dirigentes. tienen permitido ser planteados en la discusión interna, en el debate y análisis en sus agrupaciones, pero a la hora de plasmar sus ideas en las bancas, gana la ley del más fuerte. 

Mainwaring plantea que el bipartidismo reduce las polarizaciones políticas porque tienden a ir al centro…entonces, esa tendencia a ir hacia el centro priorizando las mayorías electorales por sobre la coherencia ideológica, ¿No podemos interpretarla como un freno al cambio social? ¿Qué lugar ocupan las agrupaciones de izquierda en un sistema bi-partidista cuando plantean un discurso de cambio estructural, pero son minoría dentro de su fuerza política? Lorier también, se arrepintió de haber apoyado a Mujica, tras conocer la línea económica que llevaría su gobierno.. En síntesis, los votos comunistas le permitieron al astorismo manejar la economía del país durante quince años.

Del otro lado tenemos en la actualidad, bajo el gobierno de la Coalición Multicolor, un debate parlamentario para formar mayorías, que obliga a negociar entre al menos tres partidos de tamaño mediano. Esto llevó a que algunos socios no apoyaran algunas propuestas que el Partido Nacional (líder de la coalición) propone para la LUC, y a una profunda discusión respecto de otros que finalmente sí estuvieron presentes. Como bien dice Chasquetti “un presidente con una coalición inspirada en un acuerdo entre partidos, estará siempre sujeto al control de sus socios”, y eso es un factor relevante a la hora de proponer y a la hora de gobernar . En algunas áreas temáticas, los partidos de la Coalición, tenían acuerdos previos y eso no se revisó, en otras áreas hubo acuerdos amplios entre la Coalición y el Frente Amplio, mientras que en otros proyectos puede existir acuerdo entre algún socio del oficialismo y la oposición, tal es el caso del nobel Cabildo Abierto acordando con el Frente Amplio  y discrepando con el resto de la Coalición sobre limitar la extensión de tierras para la forestación. 

Por supuesto que es más compleja una legislatura con tantos partidos representados, pero no olvidemos que cada colectividad representa un segmento del electorado distinto, y que al electorado no le da lo mismo votar a un candidato que a otro. Estos problemas endógenos a las colectividades políticas son parte de la tradición bipartidista de nuestro país y se vieron por ejemplo en el Partido Colorado con Fernando Amado previo a su pasaje al Frente Amplio en 2018, donde la disciplina partidaria ponía en jaque a su sector y recibía el mismo trato que los rebeldes frenteamplistas, siendo citado al Tribunal de Ética en varias oportunidades. 

El bipartidismo que se está constituyendo en nuestro sistema electoral, por medio de un nuevo estilo de coalición, abre una ventana a la oportunidad para que los dirigentes tengan mayor libertad, luego de acceder a su banca parlamentaria. La fraccionalización no brinda tantos espacios a la disciplina partidaria como herramienta mayoritaria, pero permite que por afinidad ideológica se aprueben proyectos, como está sucediendo en estos primeros años de gobierno multicolor. Genera espacios de negociación mayoritarios al reconocer las diferencias entre las distintas colectividades y dota de mayor prestigio al legislador como representante del electorado y no como un mero integrante de un partido político, que debe jugar un juego si es oposición y otro si es parte del gobierno o que debe acatar un liderazgo fuerte en la interna de su partido, para no ser sancionado. 

 

Andrés Massaroni

 

 

 

Ilustración: El multipartidismo peruano. Francisco Miró Quesada Rada

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